jueves, 14 de diciembre de 2017

Nuestras primeras palabras.

Una buena edad decían que eran los dieciséis, pero a ella no les gustaba, los odiaba, odiaba cumplir años y más en esa situación. “Mucho tiene que cambiar mi vida para que de verdad sea una buena edad”, pensaba cada día al despertarse, además su rutina no variaba mucho: clases, casa, deporte… lo típico a esa edad ¿no? O eso suponía ella.

Un día nublado y cargado de truenos le hizo despertar antes de tiempo. Se preparó para salir a correr, quizá ese  día fuera algo diferente, pensaba mientras cerraba la puerta de la casa. Se preparó su música y comenzó a correr, siempre en dirección al parque, sabía que nadie pasaría por allí a esas horas así que no tendría que encontrarse con nadie que se quedara mirando. Como otro día cualquiera había pasado por delante de su casa, tan perfecta y tan cuidada, al menos de cara al exterior. Siguió corriendo, centrada en su música, en su respiración, en sus pasos… Hoy tenía ganas de correr, así que salió del parque. Por primera vez probaría a correr por la ciudad. Las nubes empezaban a descargar su agua, pero ella quería seguir, adoraba ese olor, ese frescor que le despejaba la cara. 

Llegó hasta el centro de la ciudad. Se había encontrado con poca gente desde que salió y con los que lo había hecho eran trabajadores que empezaban a abrir sus puestos de trabajo o salían a correr como ella. Se detuvo frente a la fuente del centro para tomar aire y recuperar su aliento. A pesar de la lluvia se sentó en el borde de esta, sintiendo como las gotas caían sobre ella. Consiguió el aire necesario para reanudar su marcha y seguir con su ritmo de carrera. Empezó a correr antes de prepararse el reproductor de música. Mientras miraba la pantalla notaba como su cuerpo chocaba con algo. O alguien. Ese chico. Sabía que lo conocía, sabía que lo había visto antes. 

– Deberías mirar por dónde corres.

– Perdona. 

Sólo hicieron falta esas dos frases para caer en quién era él, el personaje que cambiaría su vida. Siguió con su carrera, esta vez sin música, pensando únicamente en la imagen del chico. Terminó de arreglarse y de preparar las cosas de clase. Desayunó y se puso en camino para empezar un nuevo día en el instituto. Era de las pocas personas a las que de verdad le gustaba ir a esas clases, tener momentos de aprendizajes, de lecturas y escritura… miles de cosas que hacer en seis horas diarias. Pero hoy era un día diferente, aún tenía la imagen de ese chico en sus pensamientos, la cara de un chico que ahora la miraba desde el otro lado del pasillo, esperando frente a la puerta de clase. ¿Por qué la miraba? Siguió subiendo las escaleras. “¿Debo pasar por su lado y que se ría con sus amigos por haberme chocado esta mañana con él? No, mejor daré la vuelta”. Empezaba la mañana pensando en él, eso no podría ser bueno, le evitaría concentrarse en lo importante, en los estudios, en la clase. 
“El profesor seguía sin venir, así que tendré que esperar en la puerta.” Como el resto de alumnos le tocó esperar en el pasillo, entre clase y clase, viendo las bromas que se gastaban entre amigos, las conversaciones de un grupo sobre el próximo examen… y él, tan sólo como ella, con los auriculares puestos y tarareando canciones. “¿Por qué no me acerco y le digo algo?” Su pensamiento se volatilizó en cuanto giró la cara y fijo sus ojos en los de ella. La imagen del profesor llegando a clase fue lo único que separó sus miradas. Entraron a clase, sentándose cada uno en el mismo sitio de siempre.

– Todos de pie y al fondo de la clase. – Dijo el profesor con el listado de nombres en la mano.

Como borregos, todos los alumnos obedecieron, alguno diciendo comentarios hacia el profesor.

– Os sentaré por pareja para los próximos trabajos.

Empezó a dictar nombre, sin ningún orden. Su nombre fue pronunciado a continuación del nombre del chico que casi nunca asistía a las clases. Se sentó donde le indicó el profesor. Tuvo que esperar a que todos los alumnos estuvieran en sus nuevos sitios. Allí estaba de nuevo, justo en el equipo de al lado, haciendo que ahora fuera inevitable no cruzar las miradas. 

Se pasó el resto de clases pensando en él, en por qué no se atrevía hablar con él, además, se llevaba bien con todos y no tenía dificultades para hablar con alguien de la clase, pero él… era totalmente diferente. Hasta ese día no se había percatado, si sabía que existía y que era un compañero de esa única clase, pero por qué ahora sólo pensaba en él. Llegó el final de las clases de ese día, todos los alumnos, de todos los cursos, se abalanzaban hacia la salida mientras ella esperaba a que se desalojara un poco y el trafico de estudiantes fuera menor. De nuevo, volvió a cruzarse con sus ojos, que esta vez avanzaban hacia ella. Se sentó al lado, encima de la mesa, balanceando los pies mientras canturreaba una cancioncilla.

– ¿No vas a decirme nada?

Ella seguía callada, sabiendo que lo único que deseaba era contestarle.

– Llevas toda la mañana cruzándote conmigo, cualquiera pensaría que me estás siguiendo.

– No serviría para seguir a alguien.

– Pues primero en la calle, luego en clase…

– No tenía intención de chocarme contigo.

No dijo nada. Ambos miraban hacia el frente, en silencio. Sólo giró su cara hacia la puerta para ver cuanta gente había. Se despejó lo suficiente como para poder salir. Fueron todo el camino uno detrás del otro, sin mirarse, separados por unos metros. En su calle vio como él se quedaba parado antes de llegar a su puerta, esperando a que ella pasara. Justo cuando lo hizo se colocó frente a ella, cortándole el paso, con una sonrisa que la traía loca. 

– Te dejaré pasar con una condición.

Ella se quedó mirando a su boca, sin decir nada.

– Si me das la oportunidad de conocerte y poder hablar contigo.

Sólo obtuvo un asentimiento con la cabeza que le sirvió para dejarle continuar. Era la primera vez que un desconocido invadía su cabeza durante todo el día y durante sus sueños.

5 comentarios:

  1. Hola! Me encanta que en tu blog tengas un espacio para escribir, muy buena historia. Un abrazo grande desde Una página, un mundo.

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  2. ¡Hola!

    Soy nueva seguidora, me ha gustado la historia, espero leer más aquí en tu blog.

    ¡Un saludo de La Bibliotecaria!

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  3. ¿Y si la continúas y dejas de ser tan mala por dejarnos así? 😂😂

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    1. Mira que lo pensé ayer, pero estaba un poco espesa para escribir narraciones románticas jaja.
      Prometo que la próxima entrada será en esta sección.
      Un saludo.

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  4. ¿Tienes Wattpad? Pienso que deberías hacer un libro de historias cortas, o poemas. Te quedan geniales y me encantaría lo hicieras.

    Sigue así *...*

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