El
día comenzado como cualquier otro, la misma hora se marcaba en el reloj, ella
dormía a su lado, el frío mañanero se hacía notar en la habitación… para todos
aquel día empezaba de la misma manera, excepto para él, quien sin saber por qué,
esa misma mañana se había despertado con una sensación extraña, una sensación
que desde hace meses creía desaparecida de su cuerpo, de su mente, de su
corazón.
Como
de costumbre aguantaba en la cama, sin querer despertar a la otra persona,
dándole tiempo a dormir, a descansar. Aprovechando ese largo rato para pensar
en esa antigua sensación que le volvía a invadir, a la cual culpaba de su
actual estado de ánimo, de su continua forma de actuar y de pensar. No quería
seguir sintiéndose de esa manera, pero por más que intentaba luchar contra
ella, ésta más se apoderaba de él, provocando una lucha constante, más dura y
cada vez más perecedera, en la cual se veía más vencido, solo con la suficiente
fuerza para no mostrar esta lucha al exterior, no sacarla de donde hacía tiempo
se escondía
.
El
tiempo seguía pasando, y la sensación cada vez le conquistaba más y más. El movimiento
de ella a su lado, sus buenos días, hicieron que por fin pudiera despegarse de
su mente. Ahora le tocaba usar la poca fuerza que tenía para engañarla a ella,
la persona con la que llevaba meses compartiendo su vida, engañarla porque no
quería que fuera partícipe de su malestar, sin tener ganas de tener que
compartir con ella su asquerosa sensación.
El
día pasó y la noche llegaba a ocupar todo el terreno celeste. Esta noche sería
diferente a las que acostumbraba a pasar. Hoy dormiría solo, sin nadie al otro
lado de la cama. A pesar de saber que ninguna persona ocuparía el otro lado de
la cama, sabía perfectamente que no dormiría solo, al menos durante un rato, el
tiempo que sus pensamientos mañaneros dieran por finalizada su labor y le
dejaran descansar. Pero fue en vano, como la mayoría de noches en las que
dormía solo, su malestar le invadió con gran fuerza, derribándolo casi en el
primer golpe asestado, pero esta vez no venía sola aquella sensación mañanera,
esta vez, la tristeza venía acompañada de soledad, una antigua conocida que
junto a la tristeza llevaban tiempo sin visitarle.