Una noche más, su cuerpo se agitaba en la cama,
como si deseara escapar de algo. Tras una breve lucha, se incorporó
bruscamente, jadeando y casi sin aliento, notando como el sudor le cubría todas
las partes de su cuerpo. Observó su alrededor, visualizando cada una de las
partes, de los muebles y de los objetos que formaban su cuarto. A su izquierda,
a pesar de la escasa luz que había, pudo distinguir las agujas del reloj
marcando las 3:22 de la madrugada.
Esperó a que su respiración volviera a ser la normal
antes de levantarse de la cama. Dirigiéndose hacia la ventana notó que alguien
la observaba fijamente desde la misma cama de la que se había levantado, pero
sabía que nadie más se encontraba allí. Se giró con lentitud para comprobarlo,
y como ella sabía, nadie le acompañaba esa noche. Se asomó por la ventana, algo
que hacía todas las noches que se despertaba. Observó el mismo paisaje que
todas las noches: poca luz, un par de coches aparcados frente a las puertas de
las casas vecinas, los contenedores de basuras esperando a ser vaciados… y unos
ojos amarillos observándola desde una de las ramas del árbol que había frente a
su casa.
Llevaba
días viendo esos dos ojos sin saber de quién podrían ser, un felino, quizá un
perro o cualquier otro animal que pudiese haber escapado de alguna casa. Como
era habitual, el dueño de aquellos ojos
espero unos minutos antes de desaparecer entre la oscuridad de la noche,
haciendo que la duda volviera a invadirla. Regresó a la cama, pensando que
hacer para volver a caer en los brazos de Morfeo. Miró el reloj de nuevo, las
3:44 de la madrugada, pensando qué podría hacer hasta dentro de unas tres
horas, hasta que la alarma del despertador sonara, pero que estupidez, no había
caído en que la alarma no sonaría, no había caído en que eran las 3:46 de la madrugada del domingo.
Buscó
su teléfono en la mesita de noche, quedándose sin vista al encender la
pantalla. Tecleó un número que no le hizo falta buscar en la agenda. Espero
tres tonos de llamada antes de que contestaran al otro lado de la línea.
-¿Estás
despierto?
-Si.
–Contestó una voz masculina. –Ahora si que estoy despierto, ¿pasa algo?
-No.
–Dejó unos segundos antes de seguir. –Es
solo que no podía dormir y tenia ganas de hablar contigo.
- ¿Sólo
ganas de hablar? ¿Quieres que vaya?
- Me
gustaría mucho, siempre que no sea una molestia.
-En
seguida estoy en tu casa.
Permaneció
con el teléfono pegado a la oreja unos minutos después de haber terminado la
conversación. Esperó en la ventana mientras venia la compañía que necesitaba.
Poco tiempo después, vio que un coche aparcaba al otro lado de la calle, viendo
como una chico de metro setenta aproximadamente se bajaba de este y comenzaba a
andar en dirección a su casa. Corrió hacia la puerta, intentando hacer el menor
ruido posible para no despertar al resto de compañeros de piso. Escuchó como
con suavidad, llamaban a la puerta, abriendo intentando que la puerta chirriara
lo menos posible.
-¿Estás
bien?
-Sí, es
solo que no podía dormir, supongo que hasta dentro de un rato no volverá a
picarme el sueño.
-¿Y por
qué no hablamos en tu habitación y esperamos a que te pique allí?
Llegaron
a la habitación cogidos de la mano, palpando las paredes para saber a qué
distancia estaban las puertas de cada habitación y así evitar encender las
luces. Invitó a su compañero a sentarse en la cama mientras ella se asomaba al
pasillo para comprobar que nadie se había despertado. Cerró la puerta con
suavidad. Caminó hacia la cama, donde él se había acomodado. Se sentó en el
borde, mirando a la ventana por última vez, notando como la mano del chico
entraba por su camiseta, dibujando un camino por su espalda, llegando hasta el
cuello volviendo a bajar, esta vez más lento. Ahora la mano volvía a subir,
esta vez por el abdomen de ella, quedándose parada por la sujeción de la mano
de ella, quien notó como su acompañante se incorporaba tras ella, pegando su
cara a la oreja de ella, mientras le susurraba al oído. Cerró los ojos y dejó
en libertad la mano masculina, la cual siguió su recorrido hasta alcanzar los
pechos de ella, a la vez que con la boca besaba su cuello.
Tras
notar como el chico tocaba sus pechos con delicadeza y besaba su cuello con la
misma suavidad, decidió acompañar la mano de él hacia abajo, ayudándole a
deslizarla por el interior de toda su ropa. Se giró para comenzar a besarle en
la boca mientras se tumbaba en la cama, sintiendo como la mano se deslizaba por
dentro de su ropa interior de un lado a otro algunas veces, otras en círculo, y
de vez en cuando penetrando uno o dos dedos dentro de ella. A la vez sus manos
agarraban con suavidad pero con firmeza la cara de él, pasando de vez en cuando
por detrás de la cabeza o llegando al cuello. Decidieron parar unos segundos
para poder quitarse a camiseta y quitarle toda la ropa inferior a ella. Dobló
las piernas de ella a la vez que con cuidado las separaba. Notó que la
respiración de ella empezaba a acelerarse con cada lamido, beso o mordisco que
él le daba. Siguió jugando con su lengua, mientras ella intentaba no gemir muy
fuerte, agarrándose a las sábanas con fuerza y siguiendo el ritmo de la
respiración. Minutos después se incorporaba un poco más para quitarse ella
también la camiseta, esperando a que la boca del chico ascendiera hasta la suya
mientras recorría con besos la parte superior de su cuerpo. Una vez llegó a su
boca, ella aprovechó para desabrochar el pantalón de él, ayudándole a
quitárselos sin parar de besarse.
Ahora,
mediante una vuelta, ella se puso sobre él, saboreando desde su boca, hasta su
abdomen, con besos suaves y cuidados, como si se tratara de algo delicado.
Sintió como sus pechos chocaban con el miembro de él, algo que a ambos les
gustaba. Siguió bajando hasta este, igual que su compañero había hecho antes
con ella. Después de un breve momento, notó la mano del chico bajo su barbilla,
invitándola a subir hacia él. Volvieron a besarse, a la vez que ella se sentaba
con cuidado sobre el chico, notando su miembro en el interior de ella. Con
suavidad comenzó a echarse hacia adelante y hacia atrás, con el ritmo que él marcaba,
intentando relevarse por momentos. Tiempo después, volvían a su sitio inicial,
quedando ella debajo de él, quien ahora empujaba su miembro con mayor rapidez,
sintiendo como el sudor empezaba a escurrirse por su espalda, y la falta de
aire se notaba en sus pulmones. A su vez, ella apretaba sus manos con fuerza en
la espalda de este, como si evitara que así se escapara. Minutos después, ambos
conseguían llegar al orgasmo de forma conjunta, lo que excitaba aún más. Tras
alcanzarlo, permanecieron un breve instante en la misma posición, besándose con
una mayor tranquilidad, recuperando el aliento.
Volvieron
cada uno su lado de la cama, recogiendo los cojines del suelo para apoyar la
cabeza. Volvió a cogerla de la mano, sabiendo que le gustaba que jugara con los
dedos, dibujándole cosas en la palma de la mano y que poco después ella se
apoyaría sobre su pecho, acariciándole lentamente hasta quedarse dormidos,
amaneciendo tal cual a la mañana siguiente.